Etiqueta. Los buenos modales dejan huella

Soy consciente de que lo que voy a decir va a sonar viejuno, antiguo, cosas de «boomer», pero lo diré de todos modos.

Estoy convencido de que mucho de lo que nos pasa se debe a que se han perdido los modales, la buena educación, las reglas de comportamiento.

Tengo la sensación que en algún momento de finales del siglo pasado, se aceptó «el todo vale», que lo del respeto por los demás era algo para gente poco inteligente y atrevida. Se implantó, «haz lo que quieras», «rompe las normas», «porque tú lo vales».

Lo que creo que no se entiende es que la etiqueta, las reglas de urbanidad, los buenos modales, no son ideas arcaicas sino las leyes no escritas que consiguen que no nos vayamos matando por las calles.

La etiqueta se basa en el respeto a los demás. Cuando se deja pasar primero a otros al ascensor, cuando se ayuda a alguien (hombre o mujer) a llevar algo pesado o cuando te pones cascos para no molestar al resto de la empresa con tus conversaciones o tu música para concentrarte, estás engrasando las relaciones y evitando problemas.

La etiqueta te etiqueta

En este momento es tan extraño que alguien se comporte con educación, que cuando eso sucede, llama la atención y te gana casi de inmediato.

Cuando se habla tanto de diferenciación al referirnos a la Marca Personal, hay algo muy sencillo que podemos hacer y es comportarnos como personas que respetan a otras personas.

En el entorno profesional parece que el más chulo es el que más vale. Lo que he visto durante todos los años que llevo trabajando es que esos «salvajes» tienen una vida profesional breve y se crean una fama de «chicos malos» que, desgraciadamente, es valorada en muchas empresas, aunque digan que los mejores líderes son los que son buenas personas.

El trato con proveedores, clientes, compañeros, subordinados o con el camarero que te sirve el menú del día va a decir más de ti que una presentación de PowerPoint o tu forma de vestir.

Así que, si quieres aumentar unos cuantos puntos tu prestigio y tu percepción personal y profesional, cuida tus maneras de actuar. Lo de ser «malote» puede quedar bien en una película, pero no en el mundo real.

La etiqueta es productiva

Desde Xs al tren de Cercanías, desde una reunión con tu jefe hasta una reclamación de un cliente. Constantemente nos encontramos con situaciones en las que es fácil «saltar» y arrepentirnos después.


Tener que gestionar una metedura de pata por no saber actuar educadamente en una red social o vernos obligado a pasar un mal rato o algo peor por una discusión en el trabajo o por no saber tratar con un proveedor en una comida de trabajo va a conseguir que perdamos tiempo, dinero, salud o quien sabe que más.

Por lo tanto, conocer las reglas de comportamiento no es algo viejuno sino una herramienta de productividad y de bienestar.

Esto se aplica en el mundo real y el irreal de Internet, cuando te cruzas con un compañero por un pasillo o cuando envías un correo electrónico, cuando envías un wasap o cuando dejas la impresora sin papel tras haber cogido tus documentos.

La etiqueta nos hace más humanos porque nos facilita las relaciones. Es un lubricante que consigue que los engranajes personales y privados giren sin chirriar o romperse.

Rompe las reglas… y asume las consecuencias

Tengo la sensación de que llevamos ya unas cuantas décadas escuchando como nos animan a romper con todo, como si cualquier cosa anterior a nosotros fuese algo malo. En realidad creo que lo que nos ha mantenido cuerdos como sociedad es justamente la aceptación de normas de comportamiento no escritas o si.

Yo soy el primero en defender que hay que innovar, tratar de cambiar las cosas, de encontrar formas distintas y mejores de crear productos o hacer cosas. Pero otra cosa es romper con todo porque sí,

La tendencia a «haz lo que te apetezca» es inversamente proporcional a la asunción de responsabilidades. Si, haz lo que quieras, pero asume las consecuencias.

Si vas a poner tus pies en el asiento de delante del metro o del autobús, entiende que llegue alguien y te llame la atención o te ponga una multa. No te pongas a llorar cuando suceda.

Si vas a comportarte en un evento de empresa como si estuvieses en una fiesta de universidad, luego no te quejes cuando no te tengan en cuenta para un proyecto importante.

La buena educación tiene mucho que ver con la responsabilidad y, por lo tanto, con la libertad. Podría parecer que no, que ser amable, detallista y preocupado por el bienestar de los demás te va a quitar grados de libertad, pero es justo lo contrario. En primer lugar porque lo haces porque lo eliges y en segundo lugar porque cuando te ven como alguien a quien merece la pena tener cerca, entonces aumentas tus opciones.

La etiqueta te dice que abras las puertas a otros y curiosamente otras puertas se te abrirán a ti.





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