Autenticidad. Ser genuino no consiste en soltar todo lo que te apetece

En los primeros tiempos escribía mis posts el mismo día en que los publicaba, pero desde hace algún tiempo suelo escribirlos uno o dos días antes. De ese modo puedo escribir con más calma, corregir errores que no he visto o pulir un poco el post.

Ayer por la tarde borré sin contemplaciones el post que había escrito el domingo por la mañana para hoy. Es la primera vez que borro un post desde que empecé a escribir este blog.

Si escribes, te habrás dado cuenta de que muchas veces empiezas con una idea, pero esta acaba teniendo vida propia. Así que el resultado se parece poco a lo que tenías en la cabeza.

Pues bien, el post que escribí el domingo terminó siendo algo muy deprimente, oscuro y negativo. No me refiero a un texto con una carga crítica y un puntillo irónico y hasta gracioso como suelen salirme a veces sino algo realmente antipático. De estos que al terminar de leerlos (si llegas al final) dices, «y a este, ¿Qué c. le pasa?»

También es cierto que, nada más escribir algo, con frecuencia no termina de convencerte, pero al verlo horas, días o meses después, te parece que está mejor de lo que pensabas. En este caso no ha sido así. El post era una mierda de lo más deprimente. Sin discusión.

Lo importante es, ¿Por qué me ha salido un post como el que acabo de enviar al infierno de los posts? y ¿Qué he aprendido de esto? Voy a intentar responder a las dos preguntas.

Un blog personal es justo eso, personal

Decimos que este es un blog personal porque, aunque trate temas profesionales, refleja las ideas de una persona, no de una empresa u organización.

Así que, creo que lo lógico es que lo que se publica no sólo transmite las ideas o propuestas de quién lo escribe, sino también su estado de ánimo y sus sentimientos, sus altibajos de creatividad y emocionales.

Creo que si alguien tuviese paciencia y cometiese la locura de leerse todos mis posts (o los de cualquiera que lleve tiempo escribiendo con regularidad), podría dibujar una curva en la que se reflejase cada momento emocional del autor.

Y no sólo me parece bien que ocurra esto sino que creo que ayuda a sintonizar con quienes te leen. Creo que si un medio como el blog se caracteriza por algo es por poder combinar lo racional con lo emocional, las ideas con los sentimientos.

Así que, respondiendo a la primera pregunta, la de porqué salen posts que no te gustan, diré que no sólo es normal sino también positivo sacar de tu cabeza las cosas que piensas, aunque termines enviándolas a la papelera de reciclaje (y vaciándola inmediatamente).

La cuestión es, ¿Hasta qué punto un profesional debe abrirse en un medio como este? y aunque creo que no me equivoco si digo que todos nos autocensuramos, ¿Eso nos hace menos auténticos?


Ser auténtico no implica mostrarlo todo

Cuando llegamos a la parte de visibilidad en Redes Sociales en mis cursos, suelo decir que, en mi opinión hay temas que no me gusta encontrarme cuando veo las publicaciones de un/a profesional. Ojo, no estoy diciendo que sea incorrecto, y todavía menos que yo tenga la razón, sino que creo que son «delicadas» y, es discutible la necesidad de compartirlas.

No me refiero a la política o a cuestiones ideológicas sino a asuntos más sensibles como una ruptura sentimental, una enfermedad grave, problemas en las relaciones familiares o con los amigos o algún otro tema que, en mi opinión y sólo en mi opinión, deberían quedar en el ámbito privado.

Quizás hacer públicos esos y otros asuntos tiene un efecto terapéutico positivo. No lo sé. Eso lo dirán los psicólogos. Por eso no se me ocurriría dar una regla general. Pero creo que la autenticidad no consiste en poner ciertos temas y emociones a la vista de todos.

Si lo vemos desde el punto de vista empresarial, el que una organización no nos muestre todos y cada uno de sus detalles y rincones no la hace menos auténtica. Simplemente hay cosas que son irrelevantes, anecdóticas o que sólo afectan a quienes forman parte de ellas y que no tiene sentido divulgarlas.

Falsedad es decir algo que sabes que no es cierto

Falso no es quien no lo cuenta todo, ni siquiera creo que quienes sólo muestran la parte bonita de sus vidas lo sean. La falta de autenticidad viene más bien por mostrar algo que no es cierto.

El postureo puede ser auténtico siempre y cuando te limites a contar y a divulgar momentos geniales y sensaciones positivas pero reales. Aunque también es cierto que nadie tiene una vida tan ideal que sólo tenga buenos momentos. Así que el postureo en Instagram puede terminar haciéndote dudar si sólo se ve una vida perfecta… y por lo tanto, falsa.

Otra cosa es que estés montándote una película en Redes Sociales sobre lo bien que te va en cuestiones materiales o lo feliz que eres de forma ininterrumpida cuando detrás sólo hay un decorado. Y esto no sólo es aplicable en Instagram o Facebook sino también en LinkedIn o incluso en un blog.

¿Qué he aprendido de todo esto?

Creo que la conclusión que hay que sacar de todo esto es que, a la hora de publicar o compartir algo debes preguntarte si va a ser útil para ti o para alguien.

Igual que ocurre cuando discutes con una persona cercana, puede que tengas muchas ganas de soltar todo lo que te apetece, pero luego, ¿qué?

Creo que los modales, la etiqueta, las normas de comportamiento existen para que uno no vaya diciendo o haciendo lo que le parezca a cada momento. El «es que yo soy sincero y digo todo lo que pienso», suele tener como respuesta (aunque sea silenciosa) de los demás, «no, lo que eres es un gilipollas insoportable».

En todos los casos, al discutir o al compartir algo en una red, todo tiene un efecto. Lo que debes preguntarte es si ese desahogo va a generar algo positivo o sólo va a crear mal rollo. Y por guardártelo no eres menos auténtico, simplemente quizás más generoso.





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